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Este avance sobre inmigración llega en un momento en que todos tienen su atención enfocada en las víctimas de Oklahoma, y en las más recientes controversias políticas de Washington: La intercepción de los teléfonos de la Associated Press por oficiales federales, una investigación oficial sobre el posible trato injusto de grupos conservadores por el IRS, y las acusaciones de que oficiales de alto nivel manipularon los hechos sobre el ataque en Bengasi que mató al Embajador de Estados Unidos, Christopher Stevens, para no dañar sus imagenes durante la elección presidencial. Oponentes del presidente están tratando de revocar las memorias del Watergate de Richard Nixon, y el juicio de destitución en contra del Presidente Bill Clinton.
Si las investigaciones del IRS y Bengasi encuentran la mano de oficiales de alto rango en el Departamento de Estado como Hillary Clinton, o de la Casa Blanca, las cosas se podrían poner bien feas. Y si la ley de inmigración se derrumba, la agenda política de la administración podría quedar completamente descarrilada. Esto se sumaría al fracaso del Senado por pasar una descremada ley para el control de armas, la cual fue introducida solo meses después de que 20 niños de primaria y sus maestros fueran asesinados a balazos en la Primaria Sandy Hook de Newtown, Conn.
El presidente Obama ha enfrentado una oposición feroz por parte de grupos conservadores desde que empezó su primer término. Políticos como el Senador Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado, han incluso dicho que su meta número uno era que el Presidente Obama fungiera solo por un término, orquestrando una oposición incesante a la agenda política del Presidente, pero en especial en contra de su ley de salud publica, la cual fue diseñada para reducir los costos de servicios de salud, y para proteger a individuos con condiciones médicas.
De nuevo, es un poco sorprendente que la reforma migratoria avanze en Washington a pesar del último feudo entre los Republicanos y Democratas. Bueno, al menos por ahora... La Cámara de Diputados ha bosquejado al menos sus dos propias versiones, y según el New York Times los borradores de los diputados son muy diferentes a lo que la comision bipartidaria del Senado ha delineado hasta ahora. Al mismo tiempo, las dos mayores uniones laborales que representan a agentes de deportación y empleados de inmigración están por unirse para atacar la reforma.
La derrota de la reforma de inmigración sería una espada de dos filos. Dañaría al Presidente Obama y su legado, pero perjudicaría más a los Republicanos a la larga, ya que serían marcados como xenófobos y anti-inmigrantes por generaciones. Los Republicanos podrían prácticamente llamar a la eleccion presidencial del año pasado un referéndum sobre su conducta. Un aplastante 71% de los hispanos votaron por el Presidente Obama, y 27% por Mitt Romney. En contraste, el presidente Bush se llevo 44% del voto hispano en el 2004. Esa es una enorme pérdida de apoyo hispano para los Republicanos, y muchos señalan a la retórica anti-inmigrante y las acciones de los Republicanos como la causa.
Por otro lado, la aprobación de la reforma migratoria integraría a millones de gente a la sociedad, y se repetería lo que ha estado pasando en este país desde su fundación: Millones de gente de todo el mundo que estan huyendo de la violencia, hambre y pobreza, llegan aquí a como de lugar, con la esperanza de poder hacer una mejor vida. Si hay éxito, Los Estados Unidos continuarían siendo la "melting pot" (cazuela fundiente) que a muchos les gusta llamarle, un lugar que ha sido construido por inmigrantes de todas partes generación tras generación.
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